“De ganar, Trump va a dedicar los primeros días a resolver sus problemas legales”

Las encuestas más recientes vaticinaban una elección reñida, probablemente la más ajustada de la última década, después de una campaña deslucida, donde Kamala Harris tuvo que salir al ruedo para reemplazar a Joe Biden -una movida de urgencia que le inyectó cierta energía al proceso- y con Donald Trump ya sin el efecto sorpresa a su favor. 

Los candidatos representan dos posiciones casi antagónicas, conocidas por todos los votantes, pero algunas cuestiones parecen acercarlos más de lo que se sospecha a simple vista.

La vicepresidenta y el exmandatario mantendrán la rivalidad con China y pondrán el foco en la inmigración, aunque con diferentes tonos, y tendrán que lidiar con un Congreso polarizado al máximo, cuya composición se define esta noche. 

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Como dijo el reconocido analista Ian Bremmer, “independientemente de quién gane, casi la mitad del país quería al otro lado, y el resultado requiere encontrar una manera de trabajar juntos”.

Trump prometió una deportación masiva de 15 millones de indocumentados, una misión difícil de cumplir, pero que constituye el corazón de su programa y una continuidad de su primer periodo en la Casa Blanca. 

Independientemente de quién gane, casi la mitad del país quería al otro lado, y el resultado requiere encontrar una manera de trabajar juntos

Durante uno de los debates, Kamala acusó al republicano de haber trabado un proyecto bipartidista en el Congreso que buscaba sumar recursos a la lucha contra el tráfico de personas solo para capitalizar el tema y convertirlo en el eje central de su campaña.

La candidata oficialista fue apuntalada por Biden para ocuparse de la migración irregular proveniente del Triángulo Norte de Centroamérica, un rol que concentró su atención en la primera etapa de la actual administración demócrata, y que le permitió medirse con Trump en un asunto incómodo para su propio partido. El voto latino se diversificó en los últimos años, pero los demócratas siguen manteniendo la sintonía con ese grupo.

Con todo, la inmigración no es único asunto que Trump explotó en esta campaña. La economía se impuso tras cuatro años de una disparada inflacionaria, un nivel de endeudamiento de las familias de clase media en crecimiento y el problema crónico del acceso a la vivienda. El republicano reeditó su eslogan de “Make America Great Again”, que supone un refuerzo del reshoring y la defensa de la industria estadounidense, una hoja de ruta que Biden continuó a través de “Build Back Better”, un programa de inversión pública comparado al New Deal de Roosevelt.

“Muy probablemente las primeras acciones de una administración Harris giren en torno a la unidad y en recuperar la civilidad y la tranquilidad en términos sociales dada la división que se ha generado en la última década, como dicen ellos. En términos económicos hará un plan muy concreto de apoyo a la clase media y de recaudación. Un ejemplo es la ayuda para los primeros compradores de viviendas de hasta 25 mil dólares, entre una serie de políticas públicas internas para favorecer la economía”, dijo a LPO Octavio Pescador, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles.

En caso de ganar dedicaría los primeros días a eliminar sus problemas legales

Respecto a Trump, el analista señaló que “en caso de ganar dedicaría los primeros días a eliminar sus problemas legales”. “Su prioridad es cumplir con sus promesas más radicales, que le resultan relativamente más fácil de llevar a cabo, como la deportación masiva de indocumentados. 

Una estrategia que podrían adoptar los republicanos es buscar a personas con antecedentes criminales en los centros de detención y en las cárceles y deportarlas de inmediato”, sostuvo.

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Pero el plano exterior se presenta como el escenario más desafiante para los dos candidatos. Más allá de la puja con China, que los expertos coinciden en que no hará más que profundizarse, la invasión rusa a Ucrania divide a la demócrata y al republicano. La primera se comprometió a seguir suministrando armamento e inteligencia a Volodímir Zelenski, que al mismo tiempo es un guiño a sus socios de la OTAN, mientras el expresidente, sin explicar cómo y amparado en su cercanía a Vladimir Putin, dijo que terminaría con la guerra.

Algo similar ocurre en Medio Oriente, donde Israel ha extendido su operación militar en la Franja de Gaza al Líbano. La posición de Biden, que fracasó a la hora de contener a Benjamin Netanyahu en su estrategia de descabezar al grupo terrorista Hamas, arriesgó el apoyo de los votantes árabe-americanos y progresistas a Harris. Trump, otra vez sin decir cómo, aseguró que sellaría la paz en la región, con el antecedente de los Acuerdos de Abraham como una suerte de aval. 

Para Valeria Carbone, especialista en política de EEUU,  “la agenda de política exterior no va modificarse sustancialmente porque el Poder Ejecutivo tiene que negociar y depende de lo que sancione el Congreso”. “Dicho eso, la gran diferencia entre los dos es que Trump apela a una posición más unipolar, mientras Harris y los demócratas apelan a un escenario en el que hay más diálogo y una mayor tendencia hacia la multilateralidad”, agregó.

Respecto al vínculo con China, si gana Trump “va a tratar de volver a lo que en su momento se definió como la guerra comercial”, continuó Carbone. “Y si gana Kamala Harris se va a tratar de mantener en lo que la administración denomina una situación de competencia estratégica y tratar de redefinir los términos del intercambio. De un lado vamos a volver a la instancia de la confrontación y del otro a la redefinición o renegociación”, apuntó. 

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