En diciembre pasado, mientras la Selección nacional avanzaba en el Mundial de Qatar, un artículo del prestigioso The Washington Post planteó “Why doesn’t Argentina have more black players in the World Cup?” (¿Por qué la Argentina no tiene más jugadores negros en la Copa del Mundo?). La pregunta resulta nuevamente pertinente este 31 de agosto, en que se celebra el Día Internacional de los Afrodescendientes.
Para empezar, cabe señalar que muchos argentinos no reconocen su ascendencia afro. Las últimas cifras oficiales indicaron que apenas 149.493 personas se autoperciben de esta manera, mientras que organizaciones de la comunidad afro estiman en 2 millones (el 5% de la población) a las que tienen esa procedencia y habitan nuestro suelo.
Una era colonial con una fuerte presencia negra
Pero ello no quita una fortísima reducción de la población negra en Argentina, desde la última época colonial hasta nuestros días. El Censo de 1778 arrojó que nada menos que el 46% de la población tenía origen africano.
Entre 1777 y 1812 entraron al puerto de Buenos Aires y Montevideo más de 700 barcos, con 72 mil esclavos africanos, provenientes de la zona sur del Ecuador, como Angola, Congo y Mozambique, y otros del sudeste de África.
Esta presencia fue notable en lo demográfico y cultural. Basta apuntar que en el siglo XIX circularon más de diez periódicos de la comunidad negra, como La Broma, El Unionista, El Proletario, La Juventud, entre otros, que influyeron en los pensadores de la época.
De ese momento histórico provienen palabras de origen africano, como “milonga”. Se trata de una palabra que deriva de una lengua bantú, que se habla en Angola. Procede de “mi-longa”, que puede traducirse como “decir cosas” o “palabreo”. En el Río de la Plata este término hace referencia al baile de pareja enlazada, que está emparentado con el tango. Surgió en 1870 y comenzó a verse en las zonas urbanas más humildes de Argentina y Uruguay. Dicha danza fue importada por inmigrantes europeos y africanos.
Una paulatina absorción desde el siglo XIX
Pero entonces, ¿qué pasó? La principal razón de la marcada disminución de la población negra local, ocurrida en el siglo XIX, no es otra que el mestizaje con los grupos más numerosos, que son las poblaciones blanca y amerindia, respectivamente.
A este respecto, basta señalar que Argentina en la segunda mitad del siglo XVIII fue el tercer país en el mundo en recibir la mayor cantidad de inmigrantes, con 6 millones (aunque solo la mitad se asentó definitivamente en el país), sólo superado por Estados Unidos.
Esta nueva mayoría blanca generó un fenómeno de absorción sobre la población negra y la amerindia aunque esta, según consigna la página del Ministerio de Cultura, resultó menos afectada por su mayor número y porque, posteriormente, el país también recibió población de países limítrofes, de similar origen.
Incluso se afirma que la población afro para la época de la independencia ya tenía un importante grado de mestizaje, sumado a que en la segunda mitad del siglo XIX se detuvo por completo la llegada de barcos con esclavos.
De ello, según los especialistas, se infiere que la herencia afro haya ido disminuyendo paulatinamente con cada generación posterior, hasta el punto de ser una pequeña parte del genotipo, y no resultar evidente en la apariencia física. De allí la sorpresa de The Washington Post por no encontrar jugadores negros en la Selección dirigida por Lionel Scaloni.
Ya a principios del siglo xx casi todos los descendientes de africanos subsaharianos tenía a su vez ancestros europeos, mediorientales o indígenas americanos, por lo que presentaban un aspecto ambiguo o bien eminentemente blanco o amerindio. Y en ellos mismos, no existe conciencia de tener parte de su ascendencia procedente del África subsahariana.
En conclusión, debido a dicho mestizaje, casi todos los descendientes actuales de los negros de la época colonial y el siglo xix son blancos o, en menor medida, amerindios.
Nuevas migraciones
Cabe mencionar, sin embargo, una segunda migración afro que sucedió con la llegada de los europeos, en el siglo XIX, principios del XX y luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. La mayoría provenientes de Cabo Verde, que ingresó ya no como esclavos, sino como ciudadanos libres, huyendo de la colonización portuguesa. Se establecieron en la zona de Ensenada y Dock Sud, siempre cerca de los puertos, donde podían hallar fuentes de trabajo.
Y finalmente, desde la década del 90, arribaron los que denominamos comúnmente como “senegaleses” a pesar de provenir de Mali, Senegal, Mauritania, Liberia y Sierra Leona. En su mayoría son varones jóvenes que vinieron en busca de nuevas oportunidades, y se dedican a la venta ambulante, en las ferias callejeras.
Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202308/638676-argentina-afrodescendientes.html