Djamila Ribeiro, la filósofa feminista y antirracista que invita a desnaturalizar los privilegios

Djamila Ribeiro, la filósofa feminista y antirracista que invita a desnaturalizar los privilegios
Djamila Ribeiro, la filósofa feminista y antirracista que invita a desnaturalizar los privilegios
Foto: Leo Vaca.

Filósofa, feminista negra, escritora, activista y brasileña, Djamila Ribeiro es una de las principales figuras que ofrece la Feria de Editores (FED), donde presenta “Pequeño manual antirracista”, un libro breve y contundente donde desgrana por qué el racismo es un sistema de opresión estructural y donde presenta estrategias que invitan a cuestionar las prácticas desiguales que permean las relaciones sociales y que se solapan desapercibidas detrás de mitos que se arrastran desde tiempos coloniales: “Después de todo, el antirracismo es una lucha de todas y de todos”, dice.

“Lo que no se nombra no existe”, sostiene Ribeiro en una entrevista en portuñol que concede a Télam entre el hueco de las actividades que la tienen de visita en el país, entre ellas una charla con Miriam V. Gomes sobre feminismos y lucha antirracista en la Feria de Editores, este domingo a las 19.30 en el C Complejo Art Media. “Si no hay un problema, ¿por qué vamos a pensar soluciones para algo que no existe?”. El problema, dirá, es el racismo estructural que, precisamente, niega la existencia del racismo. Un trabalenguas que la autora propone revisar desde la experiencia de lo cotidiano.

“Por mucho tiempo, la idea de democracia racial fue muy fuerte en Brasil, esta idea romántica de que el racismo no era un problema estructural, sino un problema individual”

Nacida en 1980 en San Pablo, Ribeiro fue la primera de su familia en conquistar un título académico. Es filósofa, tiene una editorial independiente que pone en circulación voces negras y le disputa a la episteme con anteojos de filtro blanco. Está convencida que el debate debe llegar a todos lados y por eso escribe libros para ser leídos por todas y todos, en las escuelas, en los colectivos. “Pequeño manual antirracista” -ganador del prestigioso Premio Jabuti en 2020- se publicó en una de las principales casas editoras de su país y también se lee en secundarias.

Ribeiro viaja por el mundo dando conferencias que ponen en jaque la opresión de raza pero también de género o clase porque, para ella, no hay forma de pensar las relaciones de poder si no es en intersección. En esos viajes como académica y activista no falta quien imagine que está allí de visita como “danzarina” porque brasilera y negra parecen la fórmula cantada del estereotipo, como plantea.

En “Pequeño manual antirracista”, publicado por primera vez al español por Mandacaru Editorial, sello que acaba de lanzar otro libro de ella, “Cartas para mi abuela”, la autora apunta contra la creencia contemporánea de que ya no hay racismo sino sólo individuos racistas. Si el racismo es la base de la organización social y política no depende de voluntades, aunque sí necesita de personas conscientes y reflexivas que puedan disputar sus privilegios y reconocer las violencias sobre los otros.

Foto Leo Vaca
Foto: Leo Vaca.

Como ejemplo concreto de cómo se niega la desigualdad y se naturalizan los privilegios, Ribeiro se ocupa de lo que ocurre en Brasil, donde el racismo quedó solapado detrás de mitos, como que la esclavitud fue más leve que en otros lugares del mundo o que en ese país siempre vivió en “armonía racial”. Nada más lejos para la autora que explicará las limitaciones y consecuencias.

“Por mucho tiempo, la idea de democracia racial fue muy fuerte en Brasil, esta idea romántica de que el racismo no era un problema estructural, sino un problema individual. En Brasil por culpa de mitos las personas blancas no piensan que son racistas porque piensan en sí mismas y no en lo que significa la estructura racista”.

Este pequeño manual está escrito desde el registro de lo personal y de lo colectivo, del cruce entre la experiencia y la teoría: “Para mí era muy importante un libro que llegase a muchos espacios porque no me interesa ser una investigadora que habla con la academia, soy activista, vengo de los movimientos sociales y sé que muchas personas no comprenden o no conocen el debate porque no tuvieron oportunidad de estar en la academia o en espacios donde se dan estas discusiones para entender al racismo como un problema que necesita ser enfrentado por toda la sociedad”.

-Télam: Mientras en Argentina hay una invisibilización de la negritud, en Brasil persiste la idea de una convivencia, una democracia racial ¿cómo se construyó ese mito?
-D.R:
Comenzó post-esclavitud, Brasil fue el último país de las Américas en abolir la esclavitud y siempre se dijo que fue leve la esclavitud. Al mismo tiempo, el Estado brasileño incentivó a los inmigrantes europeos a instalarse para blanquear la población porque para ellos había muchas personas negras. En cuanto a la población negra fue apartada de derechos. La reconstrucción de este periodo fue deliberada para no reparar, para excluir y para explotar económicamente a la población negra durante cuatro siglos. El mayor problema del mito de la armonía es que atrasó los avances para personas negras en Brasil: si no hay un problema ¿por qué vamos a pensar soluciones para algo que no existe?

-T: Por eso decís que el racismo no es culpa de racistas, de individuos puntuales, sino que es estructural. ¿Qué significa?
-D.R: El racismo es un sistema de opresión y no se trata solamente de un debate individual: los individuos son racistas porque viven en un sistema racista. Una persona blanca puede decir que no es racista pero es beneficiada por los sistemas racistas. Esta comprensión nos permite hablar de oportunidades y las oportunidades no son las mismas para personas blancas, negras, indígenas en un país que es racista estructuralmente.

Es importante crear políticas públicas para crear oportunidades para determinados grupos que históricamente han sido explotados. Durante siglos en Brasil la población negra fue explotada económicamente más su cultura, su modo de hablar, de vivir, de ser, fue perseguida.

Foto Leo Vaca
Foto: Leo Vaca.

-T: Insistís con la intersección: no se puede hablar de racismo sin pensar en otras variables como género. ¿Qué ocurre con la mujer negra puntualmente, tema sobre el que has trabajado en tus libros también?
-D.R:
Yo soy una feminista negra y es importante pensar feminismo negro no como macizo porque no buscamos dividir al movimiento, no se trata de eso. La sociedad ya está dividida, las mujeres negras en Brasil son la base de la sociedad. Tenés mujeres negras, hombres negros, mujeres blancas, hombres blancos… El feminismo negro viene a decir que es necesario mirar las divisiones para poder enfrentarlas.

Las mujeres blancas y las mujeres negras no competimos, tenemos diferentes realidades. La intersección del racismo nos coloca en un lugar diferente que las mujeres blancas y es necesario esta comprensión para no universalizar los problemas sino para comprender las diferentes posibilidades del ser mujer porque si no vamos a pensar salidas emancipatorias para un tipo de mujer imaginando que estamos pensando en todas.

Los movimientos feministas necesitan ser antirracistas porque estamos hablando de una misma estructura. Luchar solamente con una estructura es un modo de fortalecer otra estructura, tenemos que luchar simultáneamente contra todas las opresiones.

-T: ¿Por qué el debate se ha centrado más en la negritud que en la blanquitud, como decís?
-D.R: Porque las personas negras somos discriminadas y comprendimos que necesitamos luchar por nuestros derechos en cuanto las personas blancas naturalizan las opresiones. Durante mucho tiempo, las personas blancas no se sintieron responsables de la lucha antirracista porque no fueron forzadas a pensar sobre sí mismas. Yo, en cambio, como niña negra desde muy pequeña, desde que fui a al escuela, tuve que pensar sobre eso, en cambio una hija banca no tiene que pensar sobre eso porque en la escuela los libros y los grandes personajes de la historia conocidos han sido blancos. En la televisión todas las mujeres bonitas son blancas. Sin embargo, en Brasil la población negra es mayoría. Creo que las personas blancas tienen que preguntarse a sí mismas ¿por qué en este espacio no hay personas negras? ¿por qué no hay personas negras en la televisión? ¿por qué en la academia no hay personas negras? ¿por qué en mi trabajo sólo hay una persona negra? Las personas negras estamos en lugares subalternos.

Es necesario discutir la blanquitud: ¿qué significa ser blanco en una sociedad racista? ¿qué significa ser parte de un grupo que históricamente ha sido beneficiado por este sistema de opresión? ¿qué podemos hacer para cambiar estas realidades?

“El feminismo negro viene a decir que es necesario mirar las divisiones para poder enfrentarlas”

-T: Contás que te identificaste como persona negra cuando fuiste a la escuela por primera vez y te señalan. Esa identidad no está per se por una cuestión esencialista sino por la mirada de los otros ¿cómo se piensa la identidad en esa mirada?
-D.R:
En la construcción colonial, el hombre blanco europeo creo la categoría de Otro. Entonces, lo negro es lo otro, la mujer es la otra, como escribió Simone de Beauvoir en “El segundo sexo”. Es un paradigma moral intelectual blanco europeo donde el otro no tiene autoridad, no tiene humanidad. Y estas construcciones son la base de los colonialismos, del sexismo, del patriarcado.

Yo como niña no comprendía estas construcciones porque para mí éramos todos negros, mi familia, mi papá, era todo muy normal siendo una hija negra. Pero cuando voy a escuela percibo que soy la otra y esto se convierte en un problema porque para mí ser negra no era un problema. Entonces, pues es negra, no es tan inteligente, no es tan bella.

Es necesario que las personas se pregunten por qué cuando miran a una persona negra piensan una serie de adjetivos como que es agresiva, es violenta, no es inteligente. Precisamos comprender esa construcción colonial para transformar y restituir de humanidad a las personas negras y retirarlas de su lugar de otro. Solamente podemos hacer eso si pensamos, reflexionamos y comprendemos el racismo.

También me pasa que muchas veces estoy en una fiesta o estoy en un restaurante y las personas hablan conmigo solo sobre el racismo, olvidan que me gusta hablar de otras cosas como cualquier persona.

-T: ¿Qué diferencia supone correrse del repudio moral del racismo a posicionarse como antirracista?
-D.R:
Vinícius Junior del Real Madrid fue discriminado en España y en Brasil muchas personas estaban enojadas, muchas personas posteaban en Instagram que no podemos aceptar esto y demás. Pero al día siguiente no se preguntaron en su trabajo o en los espacios cómo cambiar las cosas; muchas veces las personas blancas están muy comprometidas públicamente pero no hacen cambios que podrían hacer para cambiar la realidad. Es importante decir que no se puede aceptar más, pero también es necesario que este repudio venga acompañado de acciones concretas para cambiar las cosas.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202308/636205-djamila-ribeiro-escritora-feminismo-feria-de-editores.html