Fotoreporteros, periodistas, docentes, estudiantes y licenciados de Comunicación Social, participaron del encuentro “Fotoperiodismo por necesidad y urgencia”, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (FSOC), para reflexionar y concientizar sobre el valor del archivo fotográfico de Télam y la actual coyuntura de brutal represión y precarización que hoy viven lxs reporteros gráficos.
El archivo de la empresa de 79 años de existencia, es elemento de conservación de la historia y memoria colectiva de la sociedad argentina.
“¿Qué fotografías dejan de circular?”, “¿Quiénes dejan de estar representados?”, y “¿Cómo nos afecta el cierre del archivo fotográfico de Télam?”, fueron las preguntas disparadoras del encuentro realizado el pasado viernes, en el aula 300, en una noche lluviosa, presentado por Silvia Pérez Fernández, docente e investigadora y Victoria Gesualdi, fotoperiodista de Télam, ambas integrantes del Área de Estudios sobre Fotografía de FSOC.
“El día que la policía valló nuestro lugar de trabajo -que además es nuestro lugar de pertenencia- lo más violento fue intentar entrar a la página de Télam y que dijera que estaba en reconstrucción”, dijo a los presentes Alfredo Luna, fotoperiodista y delegado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) en Télam, junto con Laura Da Silva, trabajadora de la agencia y dirigenta del mismo sindicato.
El equipo de reporteros gráficos de Télam produce entre 200 y 300 fotos diarias, unas 90.000 piezas por año, en todo el territorio nacional.
Son 51 fotoperiodistas entre corresponsales y colaboradores quienes registran lo que sucede en cada provincia del país -incluyendo una corresponsalía itinerante en la Antártida-.
Así se garantiza la diversidad y pluralidad de voces en el servicio periodístico tanto para sus abonados como de cara a también para toda la ciudadanía.
Es por ello que el apagón de Télam tiene un impacto indudable en diversos medios del país.
De ello hablaron Jazmín Tesone, editora Revista Crisis; Soledad Aznarez, fotoperiodista y editora de La Nación; Silvana Colombo, fotógrafa y editora de El Editor; y Nicolás Pousthomis, fotógrafo y editor Agencia Tierra Viva.
La pregunta con la que todos los días se encontraba Colombo cuando salía a cubrir a la calle era “¿Está Télam?’”.
“Con la precarización laboral empezamos a hacer menos reporteros. Salís con una grilla diaria de varias notas pero podías estar en el Congreso y que se provocara un incendio en una fábrica de colchones, y como única fotógrafa tenías que resolver. Así que el editor te llamaba y te preguntaba si estaba Télam. Entonces sabías que Télam se quedaba y cubría lo que nos garantizaba que íbamos a tener la foto, porque nosotros ya no podíamos quedarnos”, detalló Colombo.
También Pousthomis comento que el apagón de la agencia “fue trágico” ya que ingresaba diariamente.
“El principal problema no lo tienen solo los medios, sino lo tiene la sociedad ya que lo que no se cubre hoy es difícil de recuperar, y si no se cuenta el presente no se puede entender después el pasado” aludió Aznarez, quien compartió con sus compañeros que las coberturas de Télam no responden a la lógica e intereses del privado sino que su búsqueda es que haya una voz propia.
Más tarde, Analía Garelli, fotógrafa y responsable del Archivo de Télam fue la encargada de presentar a las dos últimas organizaciones que accedieron a este archivo -que tiene más de un millón de fotografías en negativo de rollo- y que dieron voz a la importancia y puesta en valor de dichas imágenes y cables que conserva Télam dentro de sus edificios, hoy vallados por custodia policial.
“Me impresionó la cantidad de imágenes inéditas que en 30 años nunca había podido ver y que hoy todavía no las vi todas. Esa imagen que seguimos buscando es valiosísima para una investigación que hoy todavía no ocurrió en nuestro país”, expresó Laura Ginsberg, presidenta de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA).
“En nuestro país los archivos tienen destinos inciertos y peligrosos, para impedir nuestro acceso. En el archivo queda todo y el ataque a la agencia tiene que ver con la destrucción de la historia de nuestro país” y de “nuestra búsqueda por la verdad”, concluyó entre aplausos.
“Para las trabajadoras sobrevivientes y sus hijos de la Masacre de Luis Viale es de suma importancia el archivo. Es gracias a Télam que nos acompañó, visibilizó el caso que hoy podemos tener las evidencias de lo ocurrido en el 2006”, dijo Lourdes Hidalgo, sobreviviente de la masacre del taller textil clandestino de la calle Luis Viale, en Caballito.
El relato de lo sucedido en el taller y luego el juicio en donde no se presentaron los registros hospitalarios de las trabajadoras que ingresaron ese día, emocionó a los presentes en la sala.
Lourdes contó que el registro de Télam tiene un gran significado para que “las futuras generaciones conozcan lo sucedido, donde la ropa está manchada con la sangre de las trabajadoras y sus hijos que perdieron la vida cosiendo las prendas del Estado argentino, y que no se olviden de esas muertes evitables”, para poder transformar el inmobiliario en un sitio de memoria contra la trata con fines de explotación laboral.
La tercera mesa de debate estuvo a cargo de Daniel Vides, fotógrafo y responsable Fototeca de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA); Miguel Gaya, abogado ARGRA; Cora Gamarnik y Julio Menajovsky, docentes e integrantes del Área de Estudios sobre Fotografía de FSOC, quienes pusieron en común el difícil trabajo que hoy emprenden lxs reporteros gráficos con los protocolos antipiquetes y el ensañamiento y ataque sistemático a la libertad de expresión.
El encuentro cerró con la presencia de Nico Ramos, fotoperiodista, integrante del colectivo “Ojos que sí la ven”; Susi Maresca, fotoperiodista, integrante de Red de Acción Fotográfica; Alejo Fraile y Sebastián Sciutti, integrantes del colectivo Mapa de la Policía y Archivo AHORA.