Gustavo Petro atraviesa el peor momento desde que llegó a la presidencia en 2022. A la falta de mayorías parlamentarias para aprobar sus reformas y la crisis que desató la transmisión en vivo de la reunión de gabinete y que terminó con todos sus ministros presentando la renuncia, hay que sumar una fuerte caída de la imagen a un año de las elecciones.
La última encuesta de la consultora brasileña Atlas Intel afirma que el presidente colombiano tiene un rechazo de 63,7 por ciento contra sólo un 33,3 de respaldo. La imagen negativa muestra un salto de 9 puntos, un desplome contundente que marca su pico máximo desde su llegada al poder.
La evaluación del gobierno también es mala. Un 58,5 considera la gestión de Petro como mala o muy mala, un salto de mas de 9 puntos. Por su parte, la aprobación del gobierno cae al mismo nivel, de 36,3 a 27 por ciento que sostiene que el gobierno es excelente o bueno.
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Este cuadro es muy complicado para el gobierno porque a los malos números de aprobación para Petro y el gobierno hay que agregar que los cuatro dirigentes políticos con mejor imagen son del uribismo, la principal oposición a Petro.
El que lidera el ranking es el alcalde de Medellín y candidato a presidente en 2022, Francisco “Fico” Guitérrez con 54 por ciento de aprobación y 37 de rechazo. Lo sigue el ex presidente Alvaro Uribe con 52 de positiva y 39 de negativa, Ivan Duque con 43 de positiva y 44 de negativa y la senadora María Fernanda Cabal con 38 de positiva y 45 de negativa.
La fortaleza del uribismo y la caída del petrismo obliga al progresismo colombiano a pesar una candidatura que no esté tan vinculada al presidente. El mapa de la izquierda colombiana aún está difuso y no hay ningún candidato que se muestre competitivo.

En ese marco, como adelantó LPO en diciembre, los nombres que empezaron a salir con fuerza son el de la Senadora, María José Pizarro, el canciller Luis Gilberto Murillo y el embajador colombiano, Camilo Romero. La primera es una dirigente de recorrido en el petrismo y es la hija del ex guerrillero, Carlos Pizarro asesinado en la década del 90 en pleno desarme.
Por su parte, Murillo tomó mucha relevancia durante la crisis en Venezuela. El rol de Colombia junto con Brasil en la mediación tras las elecciones venezolanas le dieron un protagonismo fuerte en los medios internacionales pero la decisión de Maduro de no presentar las actas electorales alejaron al gobierno de Petro y Murillo perdió visibilidad.
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Camilo Romero es el embajador en Buenos Aires y tuvo una tarea compleja en la crisis diplomática con Argentina cuando Milei acusó a Petro de ser un asesino. De alguna manea, la gestión de Romero salvó a los dos países de la ruptura.
A diferencia de Pizarro y Murillo, Romero es el que menos conocimiento. Esto tiene a favor la chance de sumar imágenes positiva desde el principio del proceso de instalación.

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