Puños en alto, rostros y ojos de una profundidad avasalladora son parte de un imaginario que Ricardo Carpani dejó como huella profunda durante más de tres décadas de arte gráfico y como artista comprometido en las luchas populares, algo que es revisitado desde la investigación traducida en la muestra itinerante “Carpani. Gráfica militante” y el libro homónimo realizados desde la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), junto al municipio, que despierta una contemporaneidad ineludible en un contexto social en eterna tensión.
“Carpani. Gráfica militante. 1963-1996” es un cierre y una apertura planteado desde varios proyectos de investigación y el trabajo sobre el archivo del artista. Tanto la muestra como el libro recogen los 50 afiches políticos realizados por Ricardo Carpani (1930-1997) que se exponen hasta el 29 de julio en el Museo Casa Carnacini de Villa Ballester, reconstruyendo más de 30 años de labor gráfica articulada entre arte y militancia a través de obras que recorren el imaginario de las luchas de la clase trabajadora en Argentina.
La publicación fue realizada en conjunto entre la Unsam y el municipio de San Martín que inaugura con este título su sello editorial, con 1.000 ejemplares de distribución gratuita destinada a instituciones, bibliotecas populares y sindicatos, que fue presentado el 15 de julio en el flamante Espacio Cultural Municipal Ballester con la presencia del artista Luis Felipe “Yuyo” Noé, el intendente Fernando Moreira, autoridades comunales y los representantes de la Fundación Carpani; y contó con presentaciones detalladas de Silvia Dolinko, Ignacio Soneira -autores del prólogo y texto- y de Hernán Cardinale, quien realizó el trabajo gráfico.
El proyecto engloba la muestra y el libro, iniciado en 2017 tras recibir el material que Doris Halpin, viuda de Carpani, acercó a la Unsam con cartas, borradores, escritos inéditos, dibujos, afiches, fotografías, recortes de diarios sobre la participación política de Carpani.
Pero la primera propuesta de exhibir los afiches originales fue inviable por los altos costos, detalló Soneira, por lo cual Laura Malosetti Costa, decana de la Escuela de Arte y Patrimonio de la Unsam, propuso una exposición de copias, que fue abordado desde lo artístico y lo histórico.
Soneira llegó a Carpani por su interés en el muralismo argentino: “Lo empecé a investigar, llegué al grupo Espartaco y me di cuenta que no había ninguna investigación sistemática y que, más allá de su desarrollo como artista, quizás una de las claves más importantes, había sido su participación política intelectual y también su gráfica que había formado parte de la cultura visual de una época”.
El investigador sostiene que esas imágenes presentes en “casi todas las publicaciones de militancia de los 50 y los 70”, le permitieron entender que no encaraba “una investigación sobre un artista sino sobre la forma de representar la organización, la militancia y la lucha en un período de la historia argentina”.
Como invitado de lujo, Yuyo Noé, que fue amigo de Carpani desde 1968 consideró que “es un artista fundamental en algún aspecto al que la tilinguería, que generalmente hay en el mundo artístico, no ha sabido valorizar como corresponde. Tanto es así que a veces en el panorama del arte argentino lo olvidan“, expresó.
Entre los afiches recuperados digitalmente están el de “Basta” (1963) que consolidó “el lazo de Carpani con el movimiento sindical”, algo ya explicitado en el libro “Gráfica política: Ricardo Carpani” de 1994, donde Noé escribió junto a Ernesto Laclau. Pero la gran distancia entre un libro y otro -consideró- es el “rescate de los afiches” desde lo gráfico y el contexto histórico que ordena y esclarece cada una de esas luchas representadas por los trazos del artista, traducido en el espacio de la muestra en el Museo Casa Carnacini de Villa Ballester hasta el 29 de julio.
Luego la exposición se mudará al Cusam, “el dispositivo universitario que funciona en el penal de San Martín que pertenece a la UNSAM”, para luego ir a “Trelew y después a la universidad de Lanús”, indica el curador e investigador del Conicet para la itinerancia de este año, organizada por la Unsam y el municipio de San Martín.
En el contexto actual la figura de Carpani se lee “desde la óptica del artista militante, comprometido en las luchas populares”, dice Soneira pero aclara que “ha sido caracterizado como el pintor al interior del peronismo lo cual es bastante polémico, porque su formación era troskista y siempre se reivindicó de la izquierda nacional”.
“Doris Halpin, que fue su compañera, tiene mucho que ver con esta recuperación de Carpani en el interior del peronismo y esta revitalización de Carpani durante el período kirchnerista durante 2003-2015. Eso revitalizó la imagen de Carpani. No obstante, es evidente que su imagen sobrevivió la propia muerte de Carpani y el propio contexto en que esas imágenes aparecieron, porque la imagen del “Basta” (1963), de sus gritos con puños en alto, imágenes de lucha, de Ongaro y Tosco, sobrevivieron el contexto. Fueron afiches efímeros pero lograron ser reutilizados, insistieron en distintos momentos de las historia argentina en los que aparecen coyunturas similares, que nos invitan a soluciones que tienen apariencia similar, y las imágenes de Carpani se manifiestan ahí, reaparecen”, reflexiona Soneira.
En ese sentido agrega que fue ese aspecto el que le dio “una supervivencia dentro el ámbito de las militancia política que quizás no tuvo ningún artista visual en la historia argentina seguramente”.
Pero no sólo los afiches con el “Basta” de 1963 o “Sacar al Fondo Monetario Internacional de la Argentina” de 1964 plantean la actualidad de los reclamos así como la memoria por los presos políticos o los desaparecidos, incluso en su exilio, sino que esas imágenes perviven en los jóvenes que se tatúan “un Carpani”.
“En relación a la muestra y el libro podemos decir que tiene una enorme actualidad, en primer lugar por las consignas de los afiches, en segundo lugar por ese imaginario de lucha. Alguna vez leí en un libro que los 60 son infinitos”, dice citando al antropólogo Alejandro Grimson en “alusión a que los 60 siempre vuelven porque funcionan como el momento donde se vivió una utopía pero también como la cocina de un montón de experiencias que siguen apareciendo”.
“Y la imagen de Carpani en ´Gráfica militante´ demuestran la vigencia, por ejemplo, en torno a la pregunta por el peronismo, sobre la soberanía, la identidad, los derechos humanos, muchas banderas históricas del campo nacional y popular, por llamarlo de alguna manera, aparecen en esas imágenes, en esas consignas”.
Por otro lado destaca: “Tengo más de 100 fotos de jóvenes de entre 19 y 25 años que eligen representar sus luchas actuales y sus militancias a través de los tatuajes de Carpani, jóvenes a los que los 60 les quedaron lejos pero que Carpani funciona como esa iconografía de lucha que logra representar sus intereses de acá hacia el futuro. Y eso tiene que ver con la insistencia de sus imágenes”, explica Soneira.
La otra parte, la recuperación de las imágenes, más allá de la investigación, estuvo a cargo de Hernán Cardinale, encargado de la edición y gráfica del libro, además del trabajo previo de los afiches a partir del Archivo Ricardo Carpani / Doris Halpin que trabaja la Unsam.
“Me encargué de devolverle la cualidad gráfica porque en una fotografía tenes un tono continuo, no había trazos, eran grises que llegaban hasta una copia de negros”, describe Cardinale, integrante de la Cooperativa Gráfica Chilavert donde se imprimió el libro.
Su trabajo consistió en “devolverle el trazo de Carpani, un trazo de pluma que tiene un profundo conocimiento del oficio gráfico”, un oficio en auge en esa época y que Carpani utilizó, “y con ese conocimiento hizo un trazo donde esquiva la trama de puntos, sus grises, hechos en blanco y negro”.
“Su obra se completa con el trabajo de la imprenta, y en eso tuvo un ojo avizor” algo que emparenta con el “pensar lo colectivo” y una obra cuya producción precisa de otros. Aporta un dato curioso sobre los afiches: “Nos llegan por copias de copias, cada lucha que alguna vez salió a la calle de algún modo hizo una referencia en Carpani. En esa referencia vuelve a tomar la obra, la vuelve a imprimir y va teniendo un montón de alteraciones”, explica considerando el ensayo de Walter Benjamín y lo aurático.
“La obra de Carpani es colectiva y necesita de muchos otros para ser impresa, fotocopiada, distribuida y pegada en los muros de las fábricas y puntos suburbanos, eso lo hace colectivo, esa es la importancia que tiene”, resume, y marca otra diferencia: “no tiene original, sino que el original se hace cada vez que se imprime”.
Dispuestos cronológicamente los afiches presentan “un devenir de la historia argentina”. “El proceso de lo que ha ocurrido en el sindicalismo argentino está expresado en su obra”, sostiene Cardinale y se pregunta si “frente a las luchas actuales, donde los actores son totalmente otros, donde la potencia de los sindicatos ha sido reemplazada, quizás, por la potencia de los desocupados como reclamo callejero, ¿qué queda de Carpani?”.
“Creo que es el lugar que nos devuelve una historia de lucha de algo que abandonamos”, donde -y cita a Eduardo Grunner- en vez de “de lucha de clases se habla de conflicto de intereses, o peor aún, de la grieta y no reconocemos que aquella lucha de clases, aquella interpretación de ese peronismo de izquierda era quizás la aparición más fuerte que tenía el pueblo en volver a dar un estado desde las clases populares”.
En ese punto enumera la proscripción del peronismo en 1955, la resistencia, las desapariciones, y algo que “reconoce el mismo Carpani: somos derrotados”.
Pero volviendo al dibujo en los afiches donde aparecen Evita, Raimundo Ongaro, Felipe Vallese o el impactante de los fusilados de Trelew, esas imágenes “tan pesadas, monumentales, están construidas por la delicadeza de pequeños trazos, ahí es donde aparece el artista”. “Cada obra que emprendió en su obra gráfica era para ser reproducida por millares, y él lo sabía”, concluye Cardinale.