Desde el título mismo el poemario “Nadie es una promesa a los 33” indaga en el deber ser que la sociedad impone a las mujeres y a los jóvenes en particular. La necesidad de exhibirse y estar bien, la maternidad, el éxito son algunos de los temas que exploran los versos de una poesía concebida como denuncia y como reflejo de una realidad cruel. .
“Por suerte a veces, compramos cosas, llenamos el vacío con plástico”, escribe en uno de los poemas del libro que publicó la Editoria Clara Better. Sin embargo, también muestra otro color cuando escribe: “(…)La única realidad es la que llevamos en las manos”. Luego proclama el poder de la escritura como refugio frente a las hostilidades: “encontré la forma, para dejar de quejarme, expulsé mis pensamientos junto a la paranoia. Ahora, abanderada de la paz, escribo sobre cosas lindas”.
La autora que es periodista y escritora y presentó su libro en la Feria del Libro y en la Feria de Agronomía. Volverá a estar el domingo 9 desde las 14.30 en la Feria que se organiza en el predio de la Facultad de Agronomía de la UBA. Antes de eso conversó con Somos Télam sobre la poesía como lugar de reflexión sobre la adultez, la condición femenina y el mandato de éxito.
-¿Sentís que existe en la sociedad un mandato de éxito, la necesidad para un joven de ser una promesa?
–Sí. “Nadie es una promesa a los 33” es un libro que habla desde un punto de vista íntimo femenino del deber ser de una persona que está en sus treintas. El mandato del éxito de la promesa es típico del capitalismo que nos fabrica para ser productivos todo el tiempo, para rendir, para competir.
La voz narrativa del libro cuenta, desde un punto de vista individual, de muchas situaciones donde uno ya no es una promesa, o, por lo menos, renuncia a aquello que no va a hacer, pero sin regodearse en la nostalgia, entendiendo que lo que no fue, no va a hacer y que hay que hacerse cargo también de los fracasos para alcanzar nuevas metas en la vida.
La sombra del éxito es algo que persigue a las mujeres y las incita al consumo, a venderse, a volverse un producto.
– Precisamente, algunos poemas también hablan de la necesidad de mostrarse, de exhibirse en redes, de estar bien y maquillarse…
-Con respecto a la necesidad de maquillarse, de mostrarse en redes, creo que las redes sociales se imponen distintos modelos de mujer y de vida. Inclusive, hay modelos de mujer body positive y eso está muy bien resaltar la naturalidad de los cuerpos. El tema es que inclusive en ese gesto, hay una valoración cultural de la “performance”, de la necesidad de mostrarse a sí mismo como una suerte de “ready”, de “producto ensamblado de uno mismo”.
Los poemas no tratan, específicamente de ese tema, pero sí lo nombran al paso entre todos los ingredientes de la vida cotidiana de una mujer de 30 años y las cosas a las que se enfrenta.
-Hace un momento hablabas del hilo narrativo… ¿se puede narrar con un poema?
-Un poema es una obra de arte. Se puede narrar en él. Un poema siempre cuenta con una historia que es individual pero intenta alcanzar lo universal y en ese intento el poema narra, se narra y narra la vida.
– ¿Cuál es la circulación que tiene la poesía en la Argentina actual?
-Creo que la Argentina actual está en crisis política económica e institucional, pero todavía, por suerte podemos ver circular a la poesía.
Creo que la misma se mueve por los canales típicos de la era del post 2000: redes sociales, ciclos de poesía, y, por supuesto, compra y venta de libros. No sé si han aumentado las ventas, lo cierto, es que, en tiempos de crisis, se lee más, como también se va más al teatro, se escriben más obras, se hace más cine.
La poesía es una respuesta a una realidad cruel porque escucha la vida y la narra. Tiene una función social. La poesía circula y es lo mejor que podemos pedirle a un género que siempre fue marginal como ese.
– En tu poemario anterior venías reflexionando sobre el paso a la adultez: La culpa ya no es de tus padres. ¿Es un tema que vertebra tu obra?
-En “La culpa ya no es de tus padres” reflexiono como en casi todos mis libros sobre el paso del tiempo. Ése es un libro que habla de hacerse cargo, de saber que uno es dueños de sus propios actos y es un paso importante que doy en torno a mi entendimiento sobre la autenticidad de los vínculos y su relación con la libertad. En cambio “Nadie es una promesa a los 33” habla más que nada del deseo del otro, de la necesidad de librarnos de lo que el otro quiere de nosotros, para poder andar por la vida sin mochilas impuestas. Las mochilas del deber ser son propias de la sociedad del entorno pero nunca de uno mismo.
– Los poemas recorren temas relacionados con la salud de alguien que es adulto: mamografía, colesterol. ¿Cómo se hace poesía con esos temas?
-La temática de la salud la misma aparece porque el número 33 es el número que te dice el doctor que pronuncias cuando te examina. De ahí salió también la elección de ese número. Particularmente en esta edad, tomé conciencia de la finitud de la vida, de su fragilidad y allí apareció la temática médica. ¿Cómo se escribe poesía sobre el tema?. Recordando, escribiendo, compartiendo, siendo invadido por la temática.
– En el repertorio de tendencias de la sociedad contemporánea también llega el consumismo…
-Con respecto al consumismo como temática, creo que todo el libro de poemas expresa de su tiempo histórico. No podemos escapar de la coyuntura. Este libro fue publicado en medio de un feroz neoliberalismo de derecha que tienta a la juventud ofreciéndole dinero a cambio de apuestas, venta de órganos, la venta del propio cuerpo como un producto sexual. Eso ronda como una sombra todos los poemas. La figura del emprendedurismo también. Pero no fue un gesto consciente, fue algo que se fue formando. Ahora reviviendo los poemas puedo verlo de esta manera: el consumismo y la crítica al mismo es una lectura posible de “Nadie es una promesa a los 33”.
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