Con la exposición “EXTRAordinario” que busca deshabituar la mirada de los objetos cotidianos y reúne obras de 20 artistas de Argentina, Colombia, Uruguay, Brasil, Turquía y Francia, se inauguró la cuarta edición de Bienalsur en el Museo de Arte Contemporáneo de la Provincia de Buenos Aires en Mar del Plata (Museo MAR) como parte de un proyecto que se despliega hasta diciembre en más de 70 ciudades de 27 países de los cinco continentes.
La red global colaborativa, Bienalsur, creada y dirigida por los argentinos Aníbal Jozami y Diana Wechsler, dio inicio a un proyecto extensivo y desbordante de arte en el Museo Mar con la participación de artistas de distintas partes del mundo.
Al comenzar el acto, Jozami recordó los comienzos del proyecto en 2016: “Cuando empezamos a pensar con Diana Wechsler la posibilidad de crear una bienal internacional de arte contemporáneo que fuera distinta, que no tuviera que ver con intereses comerciales, que reflejara por igual el arte del Sur y el arte del Norte, que lograra que artistas argentinos, uruguayos, brasileños, chilenos… estuvieran presentes entre muchos artistas en muchos lugares del mundo, nos decían que era imposible”, contó el fundador.
Sin embargo, Jozami y Wechsler resolvieron lo imposible y se inauguró la cuarta edición “mucho más grande, mucho más amplia, mucho más fuerte, más intensa y totalizadora desde el punto de vista de todas las expresiones del arte”, precisó Jozami.
La Bienalsur se define como un “proyecto indisciplinado”. “Pero indisciplina no quiere decir hacer un capricho -advierte Wechsler- indisciplina quiere decir pensar con lo que hay y más allá de lo que hay, pensar fuera de la caja; pensar cómo superar los escollos, cómo encontrar otras maneras de transitar el mundo distintas de la carreteras que siempre se transitan”.
Frente a un público expectante que contó con la participación del director del Museo MAR, Ezequiel Pérez Sáenz, la subsecretaria de Políticas Culturas de la Provincia de Buenos Aires, Victoria Onetto, destacó la implicancia de este lanzamiento en el municipio marplatense: “Nos proyectamos no solamente a nivel nacional sino a nivel internacional. Lo que nos permite es lo que nos dice Axel Kicillof todo el tiempo: entender a la cultura como una herramienta poderosa de transformación social, como un derecho. Vamos a seguir trabajando fuertemente para proyectarnos en ese camino del derecho al futuro”, dijo y convocó a “pasar la voz”.
Antes de dar inicio al recorrido por la muestra que invita a reflexionar a través de elementos que tenemos en la vida cotidiana, la directora del proyecto agradeció al “Grupo Lamba” que, con percusión y baile, animó la celebración inaugural y puso a los presentes a bailar.
Luego, se mostró un video de Andrea Azoulay, la directora general de la Unesco (organización que reconoció a Bienalsur como uno de sus socios), quien señaló que “los temas de la edición coinciden plenamente con la prioridad de la Unesco al exponer obras sobre la igualdad de género, la protección de la naturaleza y la creatividad artística”.
Al finalizar el acto, Wechsler invitó al público a realizar un viaje al pasado a través de la experiencia de degustar el “Biscoito Arte” de Regina Silveira. En 1976, la artista argentina invitaba a los espectadores a comer de manera literal su obra (ahora expuesta en el Museo MAR) a través de una galleta que dice “Arte”.
“EXTRAordinario”, una muestra que readecúa la mirada
Escobillones que se transforman en arrecifes, botellas de agua que se vuelven nube, banquitos que emulan constelaciones y televisores en diálogo con heladeras son algunas de las propuestas creativas que forman parte de “EXTRAordinario”, la muestra que estrenó la Bienalsur 2023 y que estará disponible hasta el 30 de noviembre.
Junto a la compañía de algunos de los artistas involucrados como Esteban Álvarez, Nicolás Bacal, Leonardo Alfredo Damonte, Irina Kirchuk, Mimí Laquidara, Gaspar Libendinsky y Pedro Tyler, el público recorrió las salas que alojan a la vasta “EXTRAordinario”.
“Un año de aire”, del artista argentino Esteban Álvarez, se apropia del museo desde el hall a partir de una mascarilla que cuelga de una inmensa nube hecha de botellas de agua mineral interconectadas, ubicada en el techo. A partir de la luz que entra por los angostos ventanales del museo, se crea un juego de sombras que hace ver las botellas (o la nube) de un celeste oscuro.
Las botellas, amontonadas entre sí, son de material reciclado y van a volver al circuito una vez terminada la Bienalsur. “Es increíble”, comentaban repetidamente las personas a medida que miraban hacia arriba. La obra, que ya había sido expuesta en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) en 2002, adquiere en este tiempo otro significado.
“En el 2001 vino una crisis muy grande. Las botellas no tienen que ver con la basura, en ese momento era sobre la mercadería y el material reciclado también tenía que ver con la economía, no solo con la ecología”, explicó Álvarez a quienes recorrieron la muestra. Para él, “la locura por el crecimiento económico hace que se talen más árboles” por lo tanto la idea surgió de pensar “un dispositivo enorme para generar aire”.
“Para mí, tiene que ver con una idea de refugio, de construir un espacio. Cuando todo viene en contra, uno se arma un lugar para sobrevivir”, reflexionó el artista.
YA LLEGA @BIENALSURarte AL MAR
Toda la info en https://t.co/F2urbLxHtb–@CulturaPBA @BAProvincia @Kicillofok @fsaintout @onettovictoria #Cultura #ProvinciaDeTodos pic.twitter.com/0B4fVA0opk
— Museo MAR (@MARMuseo) June 23, 2023
Cuando Álvarez confeccionó la obra, le generaba extrañeza la idea de adquirir agua en los almacenes. “Era muy raro comprar agua. Me preguntaba: ¿Por qué no sacas de la canilla? y después pensé: ¿Cuánto tiempo falta para comprar aire?”.
Veintiún años después, la problemática del medio ambiente es severa y global. Sin embargo, Álvarez hizo una salvedad: “Nosotros acá con todas las cosas de las que nos quejamos, el agua es accesible, el aire es perfecto. Uno va a París y en el diario dice: ‘Hoy mejor no abras las ventanas'”.
Algunos niños que interactúan con la obra, se llevan la mascarilla a la oreja. En diálogo con Télam, Álvarez dijo que esto “le gusta” y que lo transportó a su infancia. “Mi papá me enseñó a mandarle mensajes a los barriletes que remontaba. Nunca contestaban”; dijo entre risas. Después contó que algunas personas “le hablan al vasito” y “otros buscan escuchar”. “Uno no visualiza qué hay aire, pero el aire está ahí adentro. Cobra una presencia”, dijo el artista.
Otra de las obras que busca generar nuevos sentidos a partir de elementos cotidianos es “Arrecife”, el sitio específico del artista Gaspar Libedinsky. Los escobillones rojos se despliegan en forma de “v” y ocupan casi toda la primera planta del museo para transformarse en corales. “Es un paisaje que generamos dentro de esta sala, tiene cierta sensibilidad, una mancha que se va extendiendo hacia la ventana y hacia el mar. Es un arrecife específico pero también efímero, no generamos recursos ni residuos”, contó Libedinsky y precisó que la materia prima fue prestada por la marca de escobillones Xper. “Todo este arrecife será convertido en escobillones que serán vendidos en Mar del Plata”, anticipó el artista sobre cómo los escobillones regresarán al mercado una vez finalizada Bienalsur, intervenidos con una brevísima etiqueta que los identifique como protagonistas de la muestra.
Esta obra está acompañada por “Taxonomía de una línea” de Olga Huyke. “Nuestra concepción de tiempo tiende a ser lineal”, explicó la artista e invitó, con su mecanismos de relojes desarmados, a “reinventar la concepción que tenemos del tiempo”.
También está la pieza de Irina Kirchuk, con sopapas y objetos rescatados por la propia artista y un encendedor tamaño gigante, en madera laqueada, del artista marplatense Daniel Basso para dejar en evidencia cómo un cambio de escala modifica la percepción sobre un elemento típico.
Se suman a dialogar con estas obras, las creaciones de Eugenia Calvo con un televisor tildado, una cama, un horno y una heladera que parecen dialogar entre sí a partir de unas líneas que generan tensión. Y también los dibujos de objetos que recogió la artista Mimí Laquidara en mercados mexicanos durante una residencia en el país.
Cerca de “Un año de aire”, se encuentran unas reposeras con estampas de gatos negros de la artista pop y diseñadora, Delia Cansela. Durante el recorrido, algunas personas se sentaron a disfrutar la vista al mar y al icónico lobo marino realizado por Marta Minujín, contemporánea a Cansela, que se encuentra en la entrada del Museo Mar.
En otra sala, recibe al público una constelación de blanquitos de madera que llevan incrustados debajo una rama, una aspiradora, un balde, una repostera, un bidón y hasta un tender. Se trata de la obra del artista Nicolás Bacal llamada “La velocidad de las cosas” que, según dijo a Télam, se propone como “un ejercicio de metáforas para pensar lo cotidiano con lo celestial”.
Sobre una de las paredes de la sala, una serie de imágenes móviles, realizadas con reglas de madera, muestra las caras de escritores que se suicidaron tomando una lista de apellidos de la A a la Z, entre ellos está Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni, Reinaldo Arenas y Stefan Zweig. Como parte de esta instalación, un cuadro tiene escrita la frase “Escribir es básicamente borrar”, que pertenece a Giles Deleuze. Su intención es romper el pánico frente a “la página en blanco”.
“La técnica en la que están hechos los trabajos es eso, borrando o destruyendo la medida, lijando la regla para poner la luz y la sombra de la fotografía, porque es a partir de fotografías”, contó Tyler en línea con el planteo de Deleuze.
“Todo tiene que ver un poco con que hay cosas que no se pueden medir o que es difícil de razonar o de cuantificar”, concluyó Tyler como parte de un universo artístico en el que una regla implica mucho más que la simple medición y deja a la vista lo inconmensurable.
Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202307/632721-bienalsur-mar-del-plata.html