“La electrónica hoy es transversal a todas las actividades, desde un tractor a un termotanque”, manifestó a Télam Carlos Scimone, gerente apoderado de la Cámara Argentina de Multimedia, Ofimática, Comunicaciones y Afines (Camoca).
El directivo hizo referencia de esta forma al ahorro que los productos y servicios electrónicos representan tanto para el agro, la industria, el comercio y los servicios, tanto en costos de energía como en emisiones de dióxido de carbono.
En el mismo sentido se expresó el presidente de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel), José Tamborenea: “tratamos de hacer eficiencia energética no solo plantas adentro, sino también en los bienes y servicios producidos, sea en electrónica o en bienes de capital”, expresó, resaltando la importancia de la Industria 4.0, con su aporte en IoT (Internet de las cosas), Inteligencia Artificial, robótica y ciberseguridad.
Tamborenea explicó a Télam la incidencia de la industria electrónica nacional (entre las que se cuentan con unas 1.200 pymes) en, por ejemplo, “la extensión de la vida útil de los compresores de aire, la disminución del consumo de las calderas o tener balanceadas las fases de los tableros de electricidad”.
Al respecto, citó la producción de medidores de energía trifásicos inteligentes, utilizados de manera online en las fábricas para el monitoreo del consumo, así como la fabricación de paneles fotovoltaicos para fábricas y parques industriales.
Scimone destacó, precisamente, la ventaja que representa el emplazamiento de parques industriales por cuestiones de escala, ya que cuentan con “cierta facilidad para poner paneles solares” y puso como ejemplo la experiencia de Pixart en el Parque Industrial de Escobar, donde ya cuenta con el 70% de la energía de fuente fotovoltaica “y para la primera semana de julio tiene previsto completar el 100%”, pero además, aseguró, “la va a sobrar para derivar a otras industrias” de la zona.
Los ejemplos exceden a los sectores industriales y también se destacan en el ámbito rural y forestal, tal como remarcó Tamborenea, con bombas de presión con IoT en el sistema de riego por acequias en Mendoza o los Ojos de halcón para la detección de incendios.
“Detectan el mínimo hilo de humo a cientos de kilómetros y dan avisos tempranos de incendio”, señaló, además de destacar el aporte de los monitoreos satelitales inteligentes, que permiten analizar desde el nivel de humedad de los suelos para la siembra hasta posibles anomalías en vías y ductos.
Las reglas del juego
En ese marco, Scimone remarcó la importancia de contar con una ley que dé a un Régimen de Desarrollo y Fortalecimiento de la Industria Electrónica, con el que se busca “sentar las bases de una industria local competitiva, intensiva en el desarrollo tecnológico de punta, distribuida federalmente, privilegiando su instalación en las áreas con menor desarrollo relativo, con participación relevante de PyMEs, especializada, generadora de empleo de calidad e inserta en los mercados internacionales”.
Scimone aseguró que el interés del sector por contar con una ley que, entre otras cosas, le dará certezas en materia impositiva y arancelaria, no radica sólo en la necesidad de impulsar una continuidad y consolidación a la industria, sino principalmente una certidumbre sobre la permanencia de las reglas de juego.
“Una ley da más certidumbre que un decreto o una resolución y yo, con 77 años, ya he vivido unas cuantas torpezas industriales. Siempre me queda el temor de que ‘hagamos el esfuerzo’ y venga una política que nos vuelva a los tiempos de (José Alfredo) Martínez de Hoz” de destrucción de la industria nacional, argumentó.
Atraso en la evolución lógica
Más allá de resaltar los avances del sector, Scimone lamentó en “atraso en la evolución lógica que debería tener la Argentina en lo que es modernización” que, en el caso de la informática, atribuyó a “los resuelto en 2017, cuando se bajaron los aranceles de las computadoras, uno de los productos electrónicos de mayor poder dentro de la industria nacional y ahí se cayó la inversión”.
La referencia es al decreto 117 del 17 de febrero de 2017, que fue parcialmente modificado por el decreto 136 del 13 de marzo de este año, una medida que contó con el respaldo de los industriales locales.
Scimone admitió que “hay otros aspectos además del arancelario, pero esa medida del 2017 impactó en el ánimo del empresario. Y si no aparece el entusiasmo, tampoco aparece la inversión”.
“También incidió el trastorno que significó para la electrónica de todo el mundo el cierre de fábricas de chips en China durante la pandemia, así como las restricciones a la importación de insumos; se van sumando cosas y todas influyen, pero no en la misma proporción”, agregó.
De cara al futuro, el directivo dijo que confía en el impulso que podría ganar el sector con la posible sanción de la nueva ley, cuyos trazos finos se están terminando de delinear para su presentación en el Congreso, aunque advirtió que “es un trabajo conjunto, no se le puede pedir todo al Estado, pero tampoco todo a las empresas”.
Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202307/632734-ley-electronica.html